Juan de la Cierva y Codorniú
Ingeniero e Inventorro aeronáutico 1.895/1.936
Juan
de
la
Cierva
nació
en
Murcia
en
1895.
Hijo
de
un
político
y
nieto
de
un
ingeniero,
a
De
la
Cierva
siempre
le
interesó
volar.
Cuenta
su
hija
Ana
maría
de
la
cierva,
que
ya
de
joven
lanzaba
en
el
parque
del
Retiro
de
Madrid
aparatos
que
él
mismo
construía
y
que
irremediablemente
se
estrellaban
contra
el
suelo.
“Su
vida
y
su
meta
eran
crear
un
vuelo
lo
más
seguro
posible”,
Empezó
a
intentarlo
bien
pronto.
De
adolescente,
fundó
con
dos
amigos
una
sociedad
que
bautizó
como
B.C.D.
(las
iniciales
de
sus
apellidos),
y
a
los
16
años
construyó
e
hizo
volar
en
el
aeródromo
de
Cuatro
Vientos,
en
Madrid,
un
biplano
con
un
motor
de
50CV,
apodado
el
Cangrejo.
Unos
años
después,
su
segundo
modelo,
esta
vez
un
monoplano,
sufrió
también
sus
pruebas:
el
aparato
nunca
logró
volar
con
la
eficacia del anterior.
En
1919
terminó
la
carrera
de
ingeniero
de
Caminos
(por
entonces,
no
había
una
formación
específica
para
ingenieros
aeronáuticos),
y
presentó
como
proyecto
de
fin
de
estudios
un
nuevo
biplano
con
tres motores y hélices motoras. En las pruebas, el piloto Julio Ríos sufrió un accidente sin que sufriera daños, pero sí destrozó el aparato y dejó en la mente de De la Cierva una gran impresión.
Palas giratorias en vez de alas
Empezó entonces a pensar en cómo podría crear un sistema de vuelo que no viese comprometida la seguridad cuando disminuyese la velocidad, ya que era en los momentos previos al aterrizaje, al ir
los aparatos más despacio, cuando se producían la mayoría de las caídas. El resultado fue su primera aproximación al autogiro, una nave con una hélice frontal y en la que las alas fueron
reemplazadas por palas giratorias que seguían en movimiento aunque la velocidad disminuyese.
Lo
patentó
en
1920
y
realizó
varias
modificaciones
hasta
que
el
cuarto
modelo,
que
llamó
C-4,
consiguió
sobrevolar
el
aeródromo
de
Getafe
el
17
de
enero
de
1923.
Ese
mismo
mes
llevó
a
cabo
otra
prueba
con
éxito
en
Cuatro
Vientos:
despegó
en
una
breve
carrera,
voló
a
unos
100
kilómetros
por
hora
y
también
a
velocidades
muy
lentas
y
volvió
a
aterrizar
en
vertical.
El
año
siguiente,
el
ejército
comenzó a producir autogiros (modelo C-6), y su presencia en la IX Exposición Aerodinámica de París despertó el interés de gobiernos extranjeros por sus diseños.
Elñ
18
de
Septiembre
de
1.928
fué
un
gran
día
para
de
la
Cierva.
esa
tarde
contaba
el
preódico
ABC
que
su
aparato
aparecía
por
el
horizonte
en
el
aeródromo
de
Le
Bourget,
en
París,
donde
un
montón
de
periodistas
y
fotógrafos
esperaban
para
inmortalizar
el
momento
en
que
su
autogiro
aterrizase,
tras
cruzar
por
primera
vez
el
Canal
de
la
Mancha.
"El
autogiro
dio
una
gran
vuelta
por
encima
del
aeródromo,
pasando
a
gran
velocidad.
Después
subió
un
poco
y,
a
150
metros
de
altura,
paró
el
motor.
Entonces,
el
aparato
comenzó
a
descender
verticalmente,
deteniéndose
unos
momentos
en
el descenso para reemprenderlo instantes después. Y suavemente, sin ningún incidente, el autogiro se posó en tierra", recogía el cronista de la época.
Durante años, no he hecho otra cosa que trabajar en él para convertir en algo práctico el aparato en que comencé mis experimentos en 1.920.
Los
meses
previos
al
golpe
militar,
Juan
de
la
Cierva
se
encontraba
en
Inglaterra.
Desde
allí,
a
principios
de
julio
de
1936,
asesoró
a
los
golpistas
en
el
alquiler
de
un
avión,
el
'Dragon
Rapide',
que
habría de llevar a Franco desde Canarias hasta Tetuán para tomar el control de las tropas del norte de África, un vuelo que los cronistas del franquismo denominarían como "histórico".
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